martes, 13 de febrero de 2007

Caricaturizando iba ironizando...o ironizando iba caricaturizando?


A raíz de las famosas caricaturas del profeta musulmán, han salido muchos comentarios desde de los que apoyan su publicación (defensores de la libertad de expresión) y de los que la denuncian (los que piden el respeto de su religión). Pero las reacciones parecen ser vicerales, al frío, sin perspectiva dando la impresión de ocultar sus verdaderos intereses.

Todas las editoriales giran alrededor esencialmente de la defensa de la libertad de expresión. Si bien su violación resulta muy grave (sobre todo tratándose de caricaturas), lo que está verdaderamente en juego es esta especie de "choque de civilizaciones" que nos hace pensar hasta en un choque de épocas...en una misma época.

Relativizar la ironía (una forma de ligereza que no tiene nada que ver con la frivolidad) es la capacidad de relativizar las cosas. La ironía se opone a la pesadez y a menudo a la seriedad cuando ella es portadora de asaltos latentes contra la humanidad. La ironía, resumidamente, se elabora contra toda certeza y propone un universo de verdades relativas, circunstanciales, oponiéndose a un universo de verdad absoluta, inevitable e inevitablemente ofensiva. Una de las mayores calidades de un escritor será, por otra parte, esta ironía, esta relatividad que permite entender la gasolina de un personaje, sus objetivos y sus aspiraciones, al mismo tiempo que los objetivos y las aspiraciones contrarias de otro personaje. Sin esta relatividad, en un mundo de "única verdad" viviríamos en una especie de "si no estás a mi favor, estás en contra mía" (recordando la famosa frase en "Ben Hur").

Se podría creer que la ironía se opone así a toda religión, pero no es el caso: ella se opone a todo dogma. En esta lógica, será necesario también admitir (para reaccionar mejor y poner allí remedio pacíficamente) que algunas religiones son, por esencia, fundamentalistas, dogmáticas, o que implican a serlo, una religión que recompensa a cualquiera que combate en nombre de Allah, sin importar el resultado: si resulta muerto en el combate o si eres el vencedor.

En términos metafóricos, distamos mucho de el "dar la otra mejilla" y nos acercamos peligrosamente a la intervención belicosa percibida como una solución. Discutir a pesar de estas diferencias de puntos de vista, a pesar de los textos (cualquiera que sea la religión), estas innumerables interpretaciones deben discutirse, enmendarse, explicarse. Entre seres humanos que verán en todo dogmatismo, en todo fundamentalismo, un peligro mayor que las interpretaciones de las Primeras Escrituras (Biblia y Corán están aquí sobre el mismo pie).

Así vemos bien clara la cosa: poner una rodilla al suelo y permitir la entrada en nuestra vida íntima de las prohibiciones y de la pesadez del otro (prohibiciones y pesadez a las cuales se estuvo de acuerdo) es una senda hacia el armario de nuestras libertades íntimas y no solamente sociales. Lo que se cuestiona también es justamente esta rodilla, indudablemente del Occidente colocado al suelo ante un integrismo inherente a una religión. El integrista no cree en la ironía (mejor dicho, no la conoce), el integrista solo lee lo que se ha publicado.

Este miedo del gesto, este miedo de la palabra o del dibujo viene a eliminar siglos de lucha para acceder a la libertad interior de los seres. Este nuevo peso, esta ausencia de relatividad de las cosas, son infinitamente más graves que una divergencia momentánea a nuestra libertad de expresión, este retroceso de la libertad íntima (de pensar, cuestionar, decir, reir) hasta podría firmar el final de la era moderna, y esto, con al menos tanta fuerza que la exploración del espacio, las manipulaciones genéticas o la llegada de la informática. Tengamos en cuenta finalmente, con pavor, que algunos (los caricaturistas en la primera línea de fuego) ya sufrieron amenazas de muerte, que embajadas fueron incendiadas, banderas quemadas, que muchedumbres de 50.000 ó 100.000 personas van subrayando "Muerte a Francia!" o "Muerte en Dinamarca!" esgrimiendo carteles donde se escribe: "exterminemos aquellos que insultan a nuestro profeta!" Tengamos en cuenta sobre todo que la pesadez, la incapacidad que debe relativizarse en la experiencia humana, sigue haciendo víctimas, y que todo pretexto será bueno en adelante.




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